jueves, 1 de septiembre de 2011



TRAUMAS INFANTILES PUEDEN DERIVAR EN LA ADULTEZ DE LA VICTIMA PROBLEMAS PSICOPATOLOGICOS.-



Acontinuacion se presenta un trabajo de investigacion que muestra los resultados de los traumas infantiles en la adultez de las victimas.


Introducción

En la psiquiatría moderna existe un renovado interés en estudiar la relación entre la psicopatología adulta y los antecedentes traumáticos infantiles(1-3).
Algunos aspectos que han motivado este interés han estado dados, porque historias de trauma infantil y abuso sexual se obtienen más frecuentemente de lo esperado en pacientes psiquiátricos, particularmente en pacientes con trastornos afectivos, trastornos por alimentación, trastornos por somatización y trastornos de personalidad(4-9). También se encuentran frecuentemente estos antecedentes en pacientes que consultan en los servicios de medicina por cuadros como colon irritable, cefalea y síntomas ginecológicos(10-12).
A lo anterior, se ha sumado la evidencia empírica de que fuentes de estrés ambiental, particularmente eventos vitales significativos, permitirían entender algunos de los hallazgos neurobiológicos encontrados en los cuadros depresivos(13), por lo que actualmente la depresión se conceptualiza en un modelo integrado, que se origina en la interacción compleja entre una disposición genética y sucesos vitales significativos(14).
En nuestro medio, a pesar de que las enfermedades mentales son de gran prevalencia(15) y que la violencia intrafamiliar y el maltrato infantil son un problema social declarado(16,17), son escasos los estudios que describen o correlacionan los antecedentes de situaciones traumáticas vividas en la infancia en poblaciones adultas.
Estudios recientes, como el de Numhauser(18), realizado en Chiloé a un grupo de 145 mujeres, encontró en 135 casos el antecedente de situaciones traumáticas ocurridas en la infancia. Florenzano(19), aplicando la escala de trauma infantil de Marshall en la región metropolitana a una población de pacientes hospitalizados en medicina general, pesquisó en un 63,1% antecedentes anamnésticos de trauma infantil. Weil(20) con la misma metodología previamente señalada, estudiando pacientes de medicina en el Hospital de Curicó, encontró que un 48% de la población femenina señaló al menos un suceso traumático infantil. En este estudio los distintos sucesos de la escala de Marshall se registraron entre un 20-30%, a excepción del suceso contacto sexual forzado que sólo fue referido en un 9%(20).
En el servicio de psiquiatría del Hospital de Curicó, a 173 mujeres consultantes con distintos diagnósticos psiquiátricos se les aplicó la escala de trauma ya señalada. Un 82% de las pacientes señalaron al menos un antecedente traumático. El suceso traumático más frecuente fue el de separación traumática de los padres 51,4%, seguido por castigo físico con objeto traumático 49,7%, abuso de alcohol 43%, violencia intrafamiliar (VIF) 40%. El contacto sexual forzado fue señalado por un 42% del total de la muestra (13% extrafamiliar, 31% intrafamiliar) y secuela por castigo físico fue un 23,1%(21).

El objetivo de esta comunicación es establecer, a través de pruebas estadísticas, si existe en esta población algún diagnóstico correlacionado con los antecedentes de algún trauma infantil en particular, que oriente a la búsqueda de un perfil de paciente que señala haber estado expuesta a situaciones traumáticas en la niñez.

Metodología

Este es un estudio descriptivo, correlacional y de corte transversal. Fue realizado en el Servicio de Psiquiatría del Hospital de Curicó, incluyendo a todas las pacientes (a excepción de las que presentaban un deterioro o retardo mental severo), que asistieron a la consulta ambulatoria de un psiquiatra y dos psicólogos, en Octubre del 2002. Se entrevistaron en total 173 mujeres, cuyo promedio de edad era de 44 años, 51,2% no había terminado la enseñanza básica, 60,1% tenía pareja, 71% tenía al menos un hijo 74,5% no realizaba actividad remunerada al momento de la entrevista. En promedio llevaban 9 años en control y sólo un 8% de las pacientes estaban siendo ingresadas por primera vez.
La información fue recolectada por cada profesional, utilizando una entrevista estructurada que contenía información de los pacientes sobre: datos sociodemográficos, diagnósticos del Eje I, diagnósticos probables del eje II y algunas variables clínicas (síntomas somáticos, disociativos, referencia de intento de suicidio y referencia de violencia en la vida adulta)(21). Se registró el diagnóstico principal del eje I siguiendo las pautas del DSMIV(22) y considerando el diagnóstico consignado en la ficha clínica. El diagnóstico de trastorno de personalidad fue realizado durante la entrevista clínica al momento del estudio, guiándose por los criterios generales para trastorno de personalidad contenidos en el DSMIV(22). Debido a que este era el primer diagnóstico oficial para la mayoría de las pacientes, se decidió clasificar a los sujetos en tres categorías: diagnóstico probable para eje II, aquellos pacientes que cumplían al momento del estudio con todos los criterios del DSMIV; diagnóstico no probable para el Eje II, el cual fue asignado a las pacientes que no cumplían con ninguno de los criterios del DSMIV y diagnóstico dudoso de trastorno de personalidad probable, para los sujetos que cumpliendo algunos de los criterios del DSMIV, necesitaban otras entrevistas y evaluaciones para descartar que los síntomas no fuesen consecuencia de algún otro trastorno mental.
La otra pauta que aplicaron los profesionales a las pacientes fue la escala de trauma infantil de Marshall(23). Este es una entrevista de tamizaje que ha sido utilizado en otros estudios en nuestro medio(19,20) y que consigna presencia o ausencia de siete sucesos traumáticos que son: separación traumática de los padres, alcoholismo en el hogar infantil, castigo físico, secuela por castigo físico, violencia intrafamiliar, contacto sexual forzado por no familiar y contacto sexual forzado por familiar.
Para el análisis estadístico las variables dependientes correspondieron a los diagnósticos del Eje I y II del DSMIV, las variables independientes correspondieron a los sucesos traumáticos infantiles. El análisis de las variables fue bivariado y se utilizó el paquete estadístico Stata para determinar distribución de frecuencias, correlaciones y regresiones logísticas. Este último análisis se aplicó a objeto de poder discriminar la relación de los distintos diagnósticos con cada suceso traumático en forma aislada de la influencia de los otros sucesos. El nivel de significación estadística fue de p < 0,05.

Resultados

La Tabla 1 muestra la distribución por diagnósticos en el total de la muestra. El diagnóstico más frecuente correspondió a los cuadros depresivos 43%, seguido por el de esquizofrenia 15%; los bipolares I constituyeron un 13,8%, los bipolares tipo II un 9,2%, los cuadros ansiosos un 11%, el abuso de alcohol y drogas un 5%. El diagnóstico de probable trastorno de personalidad se adjudicó a un 46,8% de la muestra (Tabla 2).

La distribución de los distintos sucesos traumáticos se puede apreciar en la Tabla 3 (para fines de esta investigación los antecedentes sexuales se analizaron en conjunto y no se consideró el suceso traumático secuelas por castigo físico).
La Tabla 4 muestra la distribución de los diagnósticos con los distintos sucesos traumáticos. Se puede apreciar que en los pacientes psicóticos (Esquizofrénicos y Bipolares), la presencia de los sucesos traumáticos es menos frecuente que en los pacientes con cuadros ansiosos, depresivos y abuso de sustancias, a excepción del suceso separación traumática de los padres en los bipolares.
Diferencias estadísticamente significativas aparecieron entre: el diagnóstico de esquizofrenia y alcohol (correlación inversa de -0,16 p < 0,03); trastornos bipolares con los antecedentes de alcohol y violencia intrafamiliar (correlaciones inversas -0,18 p < 0,01 y 0,16 p < 0,03).
También, se evidenciaron diferencias estadísticamente significativas con correlaciones positivas entre las variables: abuso de sustancias y los sucesos traumáticos contacto sexual forzado, alcohol y castigo (correlaciones 0,19 p < 0,01, 0,22 p < 0,003 y 0,14 p < 0,054); cuadros depresivos con los antecedentes de castigo y alcohol (correlaciones 0,15 p < 0,04 y 0,16 p < 0,026) y el probable trastorno de personalidad con los sucesos de contacto sexual, alcohol, violencia intrafamiliar y castigo físico (correlaciones 0,3 p < 0,0001, 0,26 p < 0,0004, 0,26 p < 0,0004 y 0,17 p < 0,01).
Al utilizar regresiones logísticas, sólo se mantuvieron las relaciones estadísticamente significativas para el trastorno de personalidad probable con los antecedentes traumáticos de contacto sexual forzado y alcohol (odds radio 2,6 p < 0,009 y 2,2 p < 0,02) (Tablas 5 y 6).

Discusión y Conclusiones

Los hallazgos de este estudio presentan algunas limitaciones que deben ser previamente consideradas para la interpretación de los resultados. En primer lugar, los diagnósticos fueron obtenidos de la ficha clínica y de la entrevista que se realizó en forma concomitante al trabajo asistencial. Esto facilitó el acceso a algunos antecedentes difíciles de estudiar, como es el contacto sexual forzado. Sin embargo, no permitió discriminar, adecuadamente, algunos fenómenos que se dan en pacientes de alta complejidad, como son la comorbilidad, el sobrediagnóstico y/o el subdiagnóstico.
En segundo lugar, los antecedentes de los sucesos traumáticos son de carácter retrospectivo. Lo anterior implica que no se pudo discernir si correspondían a experiencias de realidad o fantasía. Tampoco se pudo inferir que tipo de relaciones e interacciones han tenido en el tiempo estos antecedentes con los síntomas de la enfermedad mental actual de estas pacientes. Por lo tanto, las conclusiones de este estudio deben ser consideradas como una primera aproximación ya que son los estudios prospectivos y realizados con grupo control, los que aclaran con mayor precisión cuales son los factores asociados a la infancia que inciden o protegen de la psicopatología adulta(24-26).
Sin embargo, a pesar de lo expuesto, los hallazgos de este estudio son compatibles con lo que la literatura internacional señala respecto a la relación de la psicopatología adulta con los antecedentes de trauma infantil. Considerando el eje I, la literatura señala que existe suficiente evidencia empírica que demuestra que los antecedentes traumáticos ocurridos en la niñez constituirían factores de riesgo frecuentes, inespecíficos y no determinantes para algunas enfermedades del Eje I como: trastornos afectivos, ansiosos, de la alimentación, somatización, disociativos y abuso de alcohol(27-31).

En este estudio también se evidenció respecto al eje I, que fueron los cuadros depresivos y el abuso a sustancias los que se correlacionaron a los antecedentes traumáticos infantiles, castigo físico y alcohol. Sin embargo, la relación de estos diagnósticos con los sucesos traumáticos, (excepto para el abuso de sustancias con el castigo que en ocho pacientes fue de un 100%), desapareció al independizarlos de la influencia de los otros sucesos. Por lo tanto, se puede concluir que en este estudio, la relación de los diagnósticos del Eje I con los sucesos traumáticos es inespecífica y dada por la presencia de que los distintos sucesos traumáticos se encuentran relacionados entre sí.
Sin embargo, respecto al eje II, este estudio encontró que aparte de ser ésta la categoría diagnóstica, que se correlacionó con más sucesos traumáticos, se logró mantener una relación con los antecedentes de abuso sexual y alcohol como variables independientes de los otros sucesos. Esto permite sugerir que este diagnóstico presentaría una relación específica a estos antecedentes, resultados que son compatibles con lo que la literatura indica. Jonhson(32) en un estudio prospectivo encontró que los pacientes a los cuales se les había documentado maltrato infantil, se les diagnosticaba posteriormente cuatro veces más un trastorno de personalidad del cluster B. Estudios retrospectivos muestran que existiría una relación entre abuso sexual y trastorno límite de personalidad. Herman(33) encontró que un 81% de los pacientes con personalidad límite, referían historias de trauma infantil y abuso sexual. Zanarini(34) además de encontrar en 358 pacientes con trastorno límite de personalidad el antecedente de abuso sexual (92%) y abandono antes de los 18 años (91%), determinó que existiría una relación entre la gravedad del abuso sexual y la gravedad de las manifestaciones patológicas en la vida adulta.
La relación entre abuso sexual con el trastorno de personalidad límite ha vuelto a plantear la discusión respecto a si el antecedente de abuso sexual es un síntoma del trastorno de personalidad(35,36) o bien, las manifestaciones de los pacientes limítrofes son secuela de exposiciones a situaciones de estrés crónico(37). Este problema clínico ya había sido abordado por Freud en la teoría de la seducción infantil(38), que bruscamente abandonó al descubrir el psicoanálisis. Es interesante señalar que entre los motivos citados por Freud para el abandono de esta teoría(39), estaba el argumento de que los antecedentes de abuso sexual no aparecían en el relato de los pacientes psicóticos, hallazgo también sugerido por este estudio.
En resumen, los resultados de este estudio, si bien deben ser considerados como una primera aproximación, son compatibles con las investigaciones actuales y se orientan a la existencia de un perfil de paciente con historias de trauma infantil de frecuente consulta en la atención psiquiátrica. Para una mayor comprensión de esta temática en nuestro medio, se requieren estudios con instrumentos estandarizados, grupo control y estudios prospectivos que permitan profundizar la búsqueda de este perfil de paciente cuyas manifestaciones pudiesen ser comprendidas a través del paradigma del trauma.

Tomado de :

Revista chilena de neuro-psiquiatría

versión On-line ISSN 0717-9227

Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.43 n.2 Santiago jun. 2005

doi: 10.4067/S0717-92272005000200002 


V CHIL NEURO-PSIQUIAT 2005; 43(2): 83-87
ARTÍCULO ORIGINAL

Relación entre psicopatología adulta y antecedentes de trauma infantil
Relationship between adult psychopathology and traumatic events in childhood

Verónica Vitriol G.
Unidad de Psiquiatría Hospital de Curicó.









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